Un equipo liderado por la catedrática Mercedes del Río, de la Escuela Técnica Superior de Edificación (ETSEM), y el catedrático Francisco Fernández de la Escuela Técnica Superior de Ingeniería y Diseño Industrial (ETSIDI) de la Universidad Politécnica de Madrid (UPM), ha demostrado que los huesos de aceituna carbonizados pueden servir para sustituir de forma más sostenible a los agregados ligeros más utilizados en construcción de edificios y obra civil. Esta nueva aplicación de los residuos de la producción de aceite de oliva reduce la densidad de los materiales de construcción y mejora sus propiedades térmicas y acústicas. Esto, unido a que en su ciclo de producción su demanda energética es menor, los convierten en una alternativa más sostenible para la fabricación de morteros de construcción aligerados.
España es el primer país productor de aceite de oliva del mundo. Cada año, esta industria genera unas 37.500 toneladas de residuos en forma de huesos de aceituna. En la actualidad este residuo se utiliza como biomasa, pero su poder calorífico es siete veces más bajo que el gasóleo de calefacción. Por ello, se plantea la búsqueda de una nueva aplicación más rentable de estos residuos. Esto fue lo que motivó al grupo de Tecnología Edificatoria y Medio Ambiente de la UPM a estudiar su utilización como sustitutos de los agregados ligeros más utilizados en la construcción de edificios y obras civiles: la perlita, la vermiculita y sobre todo la arcilla expandida, materiales que se añaden a pastas, morteros y hormigones para reducir su densidad y mejorar sus capacidades térmicas y acústicas.
Estos aligerantes, necesitan para su fabricación una gran cantidad de energía. Sin embargo, los residuos de las aceitunas tienen una baja demanda energética en su ciclo de producción. “Si se probara la efectividad de su aplicación como agregado de morteros” -cuenta Francisco Fernández- “permitiría que la producción de los materiales de construcción fuera más sostenible desde el punto de vista medioambiental”.